Presentación

Resumen

El arte que hoy denominamos “performance” es joven, si consideramos que nació con ese nombre hace tan sólo cuatro décadas, cuando creadores conceptuales de Estados Unidos y Europa empezaron a usar el término performance art para referirse a una serie de prácticas como el happening, el body art, el spoken word, y el action art. No obstante, el origen de este tipo de arte que, según los cánones tradicionales del teatro y de las artes plásticas, se considera subversivo, se remonta hasta las legendarias veladas futuristas y cabarés dadá de la década de 1910.

Para comprender nuevas prácticas se necesitan nuevas teorías, de ahí que en 1980 nacieran los Performance Studies en la Universidad de Nueva York, una posdisciplina que abreva, entre otros campos, en la teatrología, la antropología, los estudios culturales y los estudios de género. El dosier “Performance: teorías y prácticas” aborda este aún emergente ––y para algunos polémico–– campo de creación y pensamiento que se ha diseminado por el mundo, encontrando nuevas manifestaciones en lenguas y contextos socioculturales distintos.  Se trata de un dosier auténticamente internacional que da cuenta de las distintas maneras de abordar el performance.

Abrimos ofreciendo dos visiones contrastantes a ambos lados del Atlántico: la de Richard Schechner y la de Josette Féral, voces fundamentales en este campo de estudios. El primer texto nos invita a considerar las posibilidades que tiene el performance para generar nuevos imaginarios que ayuden a resistir la cultura global de la violencia. El segundo reflexiona acerca del surgimiento de lo que su autora denomina “teatro performativo”, término que considera más adecuado que el de “teatro posdramático” para explicar las nuevas expresiones escénicas centradas en la corporalidad y la acción. 

Les siguen los textos de Álvaro Villalobos (Colombia-México) y Miroslava Salcido (México), autores que navegan libremente entre la teoría y la práctica para ofrecer, el primero, una reflexión sobre los (des)encuentros creativos entre el teatro y el performance, y para proponer, la segunda, una filosofía del quehacer performativo. Enseguida, el crítico alemán Nikolaus Müller-Schöll
propone la noción del “giro post-performativo” como una respuesta a la creciente institucionalización museográfica de un arte que en su origen se planteaba como eminentemente efímero y subversivo. Por su parte, Alonso Alarcón ofrece su testimonio de un performance colectivo realizado el año pasado en Santiago de Chile para denunciar la homofobia.

            En la sección general presentamos textos de dos jóvenes investigadoras: Paulina Sabugal Paz y Daimary Moreno, quienes respectivamente nos hablan del nuevo teatro documental en México y de la micropoética del títere en Xalapa, Veracruz. El número cierra con dos reseñas de publicaciones recientes.

            Con este número doble de Investigación Teatral damos la bienvenida a nuestra flamante Editora en Jefe, Gloria Luz Godínez, nueva investigadora del Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes de la Universidad Veracruzana.

                                                          

Antonio Prieto Stambaugh

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