Investigación Teatral. Revista de artes escénicas y perfomatvidad

DOI: 10.25009/it.v13i21.2705

Sección Testimonio

Vol. 13, núm. 21, abril-septiembre 2022

Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes, Universidad Veracruzana, México

ISSN: impreso 1665-8728 ׀׀ electrónico 2594-0953

Reflexiones sobre la epistemología dancística desde el baile flamenco

Notes on Dance Epistemology from the Viewpoint of Flamenco

Cynthia Jeannette Pérez Antúnez*

*Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México. e-mail: cynthia_perez@uaeh.edu.mx

Resumen:

La investigación performativa establece estrechos lazos entre propuestas teóricas y metodológicas, así como con la subjetividad y la objetividad. La autora aborda el baile flamenco con una metodología performativa de corte epistemológico que le permite acercarse al fenómeno desde su cuerpo. En el texto lanza cuestionamientos sociales, antropológicos, corporales, históricos, estructurales y afectivos. La investigación performativa está relacionada con el ejercicio crítico y reflexivo del quehacer del investigador como persona y ejecutante. La propuesta apunta a la producción de conocimiento desde el propio cuerpo.

Palabras clave: cuerpo; performatividad; reflexividad; danza; antropología; Sevilla.

Abstract:

Performative research links theoretical and methodological tools with issues of subjectivity and objectivity. The author addresses flamenco dance from an epistemological and performative perspective grounded in her body. She poses a set of social, anthropological, bodily, historical, structural, and affective questions. Performative research is closely related to reflexivity, which is the critical exercise of the researcher’s work as a person and performer. The article calls for the production of knowledge from the body.

Keywords: body; performativity; reflexivity; dance; anthropology; Seville.

Recibido: 14 de febrero de 2021   ׀׀   Aceptado: 06 de junio de 2021

Introducción

El pensamiento y el conocimiento son una práctica; no se accede a ellos exclusivamente en un etéreo mundo de las ideas, sino que se encuentran aquí, entre nuestros objetos, nuestras vivencias, nuestros cuerpos, nuestros movimientos.

En este artículo comparto la metodología que construí para mi debutante acercamiento investigativo y corporal al baile flamenco, así como parte de la epistemología dancística en la que ha derivado. Soy antropóloga social y bailarina mexicana; he dedicado mi línea de investigación a la danza, haciendo coincidir y crecer ambas formaciones a la par. Este camino me ha enseñado que es palpable la necesidad de ampliar perspectivas y horizontes, considerando lo sensible y lo académico, lo reflexivo tanto en lo intelectual como en lo corporal. Así, las fronteras dicotómicas, binarias, se desdibujan con recorridos aparentemente disímiles y opuestos que en realidad están articulados y se complementan.

En 2016 comencé una investigación antropológica sobre el baile flamenco que concluyó en 2019 con mi tesis doctoral Flamenco rizomático. Bailar entre mesetas de Sevilla, España, y Mérida, Yucatán, la cual presenté en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán. Durante esos años tuve la oportunidad de hacer dos estancias de investigación en Andalucía y pude ampliar formalmente mi trabajo de campo en México.

Durante este intenso proceso pude constatar que los paradigmas y las teorías se fortalecen encontrando los caminos metodológicos adecuados, pues es importante

concebir los métodos en forma operativa, de acuerdo con los objetivos y fines de cada investigación. De esta manera, creemos que el antropólogo puede enriquecer el abanico de preguntas y de herramientas cognoscitivas, así como afinar sus criterios de validez y confiabilidad, sin por ello abandonar la reflexividad como herramienta metodológica. Repensar estas cuestiones implica repensar ciertas naturalizaciones y concepciones teóricas, vinculadas a viejas querellas que algunas veces explícitamente, otras en una especie de inercia institucional tácita, afectan a nuestra disciplina (Apud 233).

La variedad de técnicas e instrumentos de investigación en la antropología es vasta y su elección dependerá del paradigma al que se adscriba cada trabajo. Éste puede ser cualitativo y/o cuantitativo. El trabajo de campo antropológico producirá, en uno de sus niveles de construcción de conocimiento, la etnografía, cuya especificidad cualitativa es la descripción. Ésta siempre estará permeada por la perspectiva teórica previamente elegida para la investigación, así como por las características e implicaciones de la persona que investiga. Es decir, la etnografía, a pesar de ser eminentemente descriptiva, está influenciada por una serie de factores a tomar en cuenta para posicionarse ante su lectura. Ya sea como técnica, enfoque o texto (Apud), podría considerarse que la etnografía constituye los cimientos de la antropología social. En ésta, la observación participante (con su correspondiente diario de campo) y la entrevista aparecen como las técnicas más representativas de recolección de datos en el trabajo de campo. Callejo menciona que los grupos de discusión son también un instrumento pertinente para estudiar sociedades cambiantes cada vez más complejas.

Pues bien, mi acercamiento al baile flamenco se adscribe a la tradición antropológica del trabajo de campo etnográfico. Muchos de sus aportes residen en la etnografía que resultó del trabajo de campo que hice en Sevilla, España, y Mérida, Yucatán, durante 2016 y 2017, respectivamente. Sin embargo, a pesar de ser etnográfico, no lo construí con las técnicas consideradas más representativas del mismo, es decir, la observación participante y la entrevista. Esto se debió a que para esta investigación elegí la metodología performativa como medio de acercamiento al campo. Para este tipo de metodología, la observación participante y la entrevista no son suficientes para el nivel de interacción e involucramiento requerido; por lo tanto, no fueron consideradas e incluso fueron, en lo posible, evitadas.

Respecto a las razones para la no consideración de la entrevista, intenté evitar el direccionamiento y la narrativa inducida desde mis propios parámetros y rol como investigadora; no obstante, en tres ocasiones fueron los mismos participantes de la investigación quienes propusieron ser entrevistados y yo accedí a hacerlo.

Ciertamente, hice observaciones registradas en un metódico, disciplinado y sistemático diario de campo; sin embargo, la observación realizada no fue participante, sino performativa. Ambos tipos de observación requieren la presencia de la antropóloga o del antropólogo in situ para acceder a la experiencia directa a través de una inmersión a la vez objetiva y subjetiva que incluya descripciones densas, partiendo desde las sensorialidades y la afectividad. Ambos también requieren desempeñar ciertos roles locales para facilitar la comunicación entre la comunidad estudiada y el investigador, así como para permitirle a éste integrarse a una lógica que no le es propia (Guber). La diferencia entre ellos radica en que la observación participante se preocupa por la tensión entre mantener la distancia e involucrarse. ¿Por qué la observación performativa es más permisiva en ese sentido? Debido a su componente artístico y de creación.

Ya que mi investigación es sobre una práctica, además de cultural y comunitaria, artística, la metodología performativa resultó ser ideal para el acercamiento. Ésta, en conjunto con la reflexividad, puso sobre la mesa la importancia de los aportes de la subjetividad en la investigación, es decir, evidenciar los procesos de subjetivación en los que el cuerpo es el “medio donde las experiencias vitales se hacen posibles” (Caicedo 172). Esto representa, sin duda, una paradoja, ya que tradicionalmente la ciencia intenta eliminar cualquier asomo de subjetividad en la investigación. Sin embargo, sería bueno preguntarnos: ¿Qué tiene la subjetividad que aportar a la investigación?, ¿qué tan objetiva ha sido hasta el momento la ciencia?

Entonces, para el trabajo de campo, elegí diseñar e implementar una metodología performativa, la cual me permitió desarrollar una etnografía activa, y no contemplativa, mediante mi propio cuerpo bailante desde mis roles como alumna de baile flamenco y aprendiz de aficionada, a parte de las interacciones comunitarias propias. La idea fue, además de establecer actividades, roles y vínculos en y con la comunidad, incursionar en el entendimiento del baile flamenco desde mi propia experiencia corpórea y acceder directamente a los saberes de esta práctica en mi propio cuerpo. Por lo tanto, parte fundamental del trabajo de campo en esta investigación la dediqué a intentar aprender a bailar flamenco. Y digo expresa e intencionadamente “intentar” a modo de anuncio sobre mi encuentro con un baile, hasta hace muy poco, completamente desconocido para mí y sobre una diversidad digna de muchas investigaciones más.

Performatividad

La capacidad performativa implica un distanciamiento de la visión contemplativa, esta última tan acorde con la asepsia científica de la investigación. Lo performativo es un término polisémico, el cual se puede rastrear desde sus orígenes teatrales, pasando por los estudios narrativos, las perspectivas feministas y queer, hasta su potencial interpretativo de hechos sociales (Butler; Kosofsky; López; Pina-Stranger et al.). Se le asocia con las diferentes formas de arte, mayormente escénicas o catalogadas como arte vivo o in situ (Gallo) y happening o accionismo (López, ibidem), las cuales se consideran heterogéneas, subversivas, originales y novedosas. Dentro de ellas, claro está, la danza ocupa un lugar privilegiado para acercarnos y abordar al cuerpo performativo en acción, en movimiento, a los fenómenos, a los procesos y a las prácticas sociales (Taylor; Falcó et al.). La danza y los cuerpos que generan conocimiento a través de sus movimientos nos sitúan en complejos entramados relacionales. Un acercamiento desde ahí nunca será lineal ni neutral.

En términos generales, lo performativo propicia las condiciones para lo cambiante, para la transformación a través de la acción. La investigación intenta aprovechar dichas características para establecer nuevas y diferentes formas de acercamiento, abordaje y entendimiento. Particularmente, trabajé lo performativo en esta investigación sobre el baile flamenco a nivel metodológico. Aclaro esto porque, debido a que el término performativo es polisémico, todo lo que toca también lo llega a ser. Es decir, la diversidad de investigaciones performativas es muy amplia y cada investigadora o investigador construye la suya de acuerdo con los ejes de su propia creatividad.

La investigación de observación performativa (Vargas) vino a afianzar la cualidad de mi acercamiento. Más allá de la observación participante que permite al antropólogo relacionarse con las prácticas y las personas de los fenómenos de su interés in situ, la observación performativa establece estas relaciones in praxis. Permite y exhorta a la persona que investiga a relacionarse desde dentro, ya no como un agente externo que participa en la coincidencia, sino como un agente activo en la práctica misma que explora. De esta manera, las relaciones que establecí con las personas participantes en la investigación tienen que ver con mi intensa participación en el mismo baile flamenco. Los roles que desempeñé fueron: turista, público general, aprendiz, alumna y compañera en clases, participante de fiestas (juergas y zambombas) y, en menor medida, fotógrafa (registro audiovisual) y staff.

Las investigaciones que trabajan con metodología performativa suelen hacer explícitos los debates alrededor de la dicotomía objetivismo/subjetivismo y de la crisis del modelo de ciencia occidental (Rodríguez; Gallo; Alvarado; Falcó et al.). Parten del supuesto de que actualmente vivimos transformaciones que desbordan saberes, prácticas y entendimientos, así como de epistemologías y sus métodos. De tal manera que las investigaciones que toman esto en cuenta se adscriben a la construcción de nuevas y emergentes formas de abordar las realidades con aportes concretos desde la implicación sensorial, política y afectiva. Más allá de aspectos estructurales, socioeconómicos, históricos o tradicionales, la potencialidad de lo creativo conforma la perspectiva de la investigación performativa. Esto en el ámbito metodológico, pero también a propósito y en consecuencia hacia lo teórico, corporal y dancístico, para el caso que aquí nos ocupa. La capacidad performativa implica un distanciamiento de la visión contemplativa.

Vargas Cetina y Ayora Díaz se preguntan si no toda investigación participante es investigación performativa. Mencionan que esta última es un tipo de investigación participante con características propias que se podrían resumir en tres: a) incluye la realización, por parte de la antropóloga o el antropólogo, de producciones culturales en forma de actuaciones que se someten al juicio de un público local que trasciende el círculo cercano en el campo; b) dichas producciones culturales deben seguir cuidadosamente patrones locales preestablecidos y compartidos por los demás artistas o trabajadores, así como por el público, y c) los miembros del grupo performativo esperan que todos, incluyendo el antropólogo, reciban crítica o aplauso en forma reflexiva, es decir, exponerse al escrutinio local. Además, el antropólogo se somete durante largos periodos (al menos un año de trabajo de campo) a una rigurosa disciplina corporal y estética determinada por las ideas de los grupos locales; es decir, quien realiza investigación performativa corporeiza la cultura local. Cuando la observación participante resulta en un informe, la observación performativa deriva en un performance. La investigación performativa es una de las maneras en las que nos aproximamos lo más cercanamente posible a los puntos de vista de la gente local.

La performatividad en mi investigación se situó en la manera en que me acerqué al trabajo de campo antropológico, construyendo una metodología que, desde la observación, interacción, reflexión y autoexploración dancística corporal, abordó el baile flamenco.
La metodología performativa brinda la opción de hacer un replanteamiento epistemológico reflexivo que, desde diversos escenarios y perspectivas, reinvente, conmocione, sublime, construya y cree multiplicidad transdisciplinar. En suma, la apertura sensible de la investigación performativa en gran parte tiene como objetivo explorar, producir, reinventar y socializar conocimiento desde contextos y problemas específicos, para así tomar distancia de las certezas sociales y científicas. De ahí su carácter subversivo.

Reflexividad performativa

La investigación performativa está íntimamente relacionada con la reflexividad, que es el ejercicio crítico del quehacer del investigador como persona y ejecutante. La reflexividad pone a quien investiga, así como a lo que está investigando, en el ojo de su análisis por igual (Sisto). De tal manera que, en esta investigación sobre el baile flamenco, mi persona en todas sus dimensiones (nacionalidad, género, edad, momento de vida, roles, subjetividad, herramientas) está siempre presente y continuamente enunciada.

El cuerpo es esa entidad que comparte intensamente una relación dialógica entre la naturaleza y la cultura. Nos brinda la oportunidad de explorar holísticas conectividades y significaciones; la diversidad del cuerpo es también la diversidad de la cultura. De tal manera que ya no podemos ver el cuerpo como una parte de la persona, un componente del individuo que detenta ciertos códigos, sino que el cuerpo es un complejo total que interactúa y hace interactuar, desde sus funciones biológicas hasta sus intensas afectividades (Fischer). El cuerpo que baila establece interacciones con múltiples líneas. Éstas se piensan, se sociabilizan, se expresan, se actúan, se experimentan, se recorren, se bailan; pues “nada es más misterioso, para el hombre, que el espesor de su propio cuerpo. Y cada sociedad se esforzó, en un estilo propio, por proporcionar una respuesta singular a este enigma primario en el que el hombre se arraiga” (Le Breton 7-8).

Investigar mientras bailaba me brindó diversas experiencias reflexivas para entender el baile flamenco. Los conocimientos que adquirí en los diferentes formatos de aprendizaje de las escuelas, así como los que fui recibiendo a través de otras formas de saber (escénicas, festivas), conformaron un cuerpo relacional, interconectado. Si bien mi acercamiento al campo estuvo desde un principio permeado por una perspectiva teórica particular, el rizoma (Deleuze y Guattari), la puesta en práctica del baile flamenco desde mi cuerpo estableció un punto de partida performativo y reflexivo que, más que validarla, la enriqueció desde el acontecimiento, desde el movimiento y desde el mapeo. Al llevar a la acción el baile flamenco, mi experiencia con el mismo se modificó, multiplicándose en su heterogeneidad. No me sujeté a la idea que tenía de su práctica, sino que, al practicarlo, me posicioné dentro de su red con todas las riquezas y complejidades que esto implica. Ángela Giglia apunta sobre este tipo de experiencias etnográficas que,

en cuanto práctica, la producción del saber científico se acerca por un lado, al arte, y por el otro, a la idea de “saber incorporado”, en el sentido literal de “saber con el cuerpo”, es decir, conjunto de prácticas inconscientes y automáticas que pasan por y se inscriben en el cuerpo, que hace precisamente que haya cosas que no se conocen con el intelecto sino “con el cuerpo” (157).

Establecí mi acercamiento al flamenco desde la acción; mi cuerpo se evidenció como verbo, adjetivo y circunstancial a la vez. La performatividad fue la propuesta y la reflexividad fue el lenguaje. La metamorfosis que mi propia persona fue experimentando durante los recorridos del mapeo en esta investigación también son parte importante de la reflexividad performativa. Después de comenzar con un desconocimiento prácticamente total de todo lo relacionado con el baile flamenco, me vi reconociendo cada uno de los palos aprendidos; también perdí el miedo a los complicados zapateados, disfruté los retos planteados en las secuencias– incluyendo nuevas tecnologías dancísticas como los zapatos flamencos o las castañuelas– y bailé sevillanas en medio de la feria de Sevilla.

Me sorprendí de mi molestia al escuchar desinformados aplausos de turistas en tablaos y al darme cuenta de que durante todo ese tiempo me había estado capacitando como aficionada, distinguiendo variedad de bailes y estilos, y siendo incluida y apreciada en ciertos círculos flamencos en los que se me reconocía como “la mexitana”.1 Todo esto me hizo trazar mi performatividad como un fructífero proceso de subjetivación, el cual posibilitó una reflexividad que llevó la experiencia vital al nivel del aporte epistemológico.

La metodología performativa fungió como catalizador de posibilidades a través de la acción, la creación y la invención. Acercarme al baile flamenco, no sólo desde la inmersión como foránea (cultural y dancísticamente hablando), sino desde el cuerpo que soy, me permitió conocerme y reconocerme a mí misma en movimientos lejanos, ajenos, y desde vínculos cercanos. Partir de la inmediatez de mi propio cuerpo y a su vez habitar la lejanía de lo ininteligible, de lo improbable, supuso la tarea de delimitar horizontes flexibles en sus fronteras. Los desequilibrios resultantes de dichos encuentros y convivencias brindaron generosos cuestionamientos sociales, corporales, históricos, estructurales y afectivos. Las diferencias entre lo interno y lo externo, lo propio y lo ajeno, lo cercano y lo lejano, se desdibujaban y a la vez se reconstruían en cada juerga, en cada movimiento, en cada espejo, en cada frustración, en los sonidos y sabores, en todos los desencantos, en la flagrante felicidad, así como en la evaporación del incontrolable lagrimeo. Además, el reconocimiento de las riquezas que me regalaron todos mis acompañantes en este proceso me hizo repensar la ética del involucramiento y apreciar, aún más, la generosidad de los encuentros, la inmensidad de la convivencia. Me hizo descubrir y reconocer potencialidades personales, dancísticas y antropológicas que confrontaron mis certezas. Por lo tanto, tal vez el entendimiento y el conocimiento “del otro” no esté tan fuera de nosotros mismos. Vale la pena apostar por lo que tiene que decirnos nuestro propio cuerpo (como sujeto de experiencia), nuestros propios movimientos y ritmos, para así poner atención en las afectaciones relacionales que de todo ello resulte. Dejarnos afectar por el otro, al tiempo de hacernos conscientes y responsables por lo que nuestra presencia afecta a los demás, es parte importante del aprendizaje performativo; es decir, confrontarnos en la reflexividad.

La performatividad, además de enriquecer y ampliar las perspectivas de investigaciones puntuales, así como de posicionar a la persona que investiga en un lugar sensible y reflexivo desde el cual pueda hacer aportaciones importantes al entendimiento de los procesos y prácticas a los que dedica su atención, también propicia las condiciones para que dentro de la comunidad académica se entretejan redes más cooperativas y creativas. Es decir, lo performativo puede trascender también de las maneras de hacer a las maneras de relacionarse en diferentes niveles: el investigador y los sujetos de su interés; los participantes de su investigación entre sí; el investigador desde el manejo del bagaje de su disciplina y hacia sus aportaciones al mismo, así como las maneras en que socializa este conocimiento dentro y fuera de la comunidad académica.

Al compás de una pandemia

No puedo ignorar el hecho de que todo lo que tuve la oportunidad de vivir en esta afortunada investigación performativa es también ya parte de un repertorio histórico que rebasa por mucho lo personal. La pandemia mundial ocasionada por el covid-19 ha trastocado todos los ámbitos de la vida en cada rincón de nuestro planeta. Por supuesto, el mapeo antropológico que recorrí se ha visto gravemente afectado y tendrá que pasar mucho tiempo antes de que podamos acercarnos al baile flamenco en toda la dimensión que le conocíamos.

Sin embargo, toda esta apocalíptica situación también ha creado nuevas maneras de conexión, creación y proyección debido a la necesidad propia del ser humano por seguir con su vida, y también a las características propias del flamenco rizomático. Por mencionar algunos ejemplos, son cada vez más los artistas flamencos que ofertan funciones vía streaming o están produciendo videodanzas para proyectarlas en diferentes plataformas digitales; las clases online se han disparado de una manera impresionante, ya sea vía Zoom, IGTV o cualquier otro medio al alcance en internet, y las reuniones virtuales festivas han permitido no perder por completo el contacto y seguir fomentando las afectividades.

Definitivamente, si mi investigación performativa la hubiera planteado durante esta aparentemente eterna cuarentena, las interacciones que me permitieron incursionar en el baile flamenco habrían sido muy distintas a como fueron entre 2016 y 2019, así como las reflexiones que detonaron. Pero este baile sigue demostrando amplias capacidades de mutación, lo cual hace que mi incursión antropológica, dancística y cultural al baile flamenco no se me antoje concluida y, muy al contrario, siga abierta a la performatividad y la reflexividad, ahora desde otras plataformas. Ya veremos qué nuevas interacciones y aportaciones pandémicas trae consigo, así como las opciones de reconstrucción de metodologías performativas que respondan a esta nueva normalidad.

Consideraciones finales

La antropología, con todas sus herramientas epistemológicas, puede brindar un amplio abanico de posibilidades para abordar demandantes necesidades emergentes de entendimiento. Éstas deben tener en cuenta la vinculación con diferentes disciplinas de las ciencias sociales, claro está, pero también con otros ámbitos que enriquezcan su exploración y entendimiento. El arte, con sus dimensiones perceptivas, sensibles y de creación, puede aportar enriquecedoras maneras de hacer investigación que no solamente reproduzcan y perpetúen el oficio; sino que enfrenten, problematicen y comuniquen cualquier proceso social y cultural que se ocupe a la antropología. Esta es la principal razón de la importancia y de las riquezas de la metodología performativa, por la que lo cual la elegí y la construí para acercarme al baile flamenco desde mi cuerpo, mis carencias y mis inquietudes.

Mi investigación tuvo una duración de tres años, durante los cuales nadie podría decir objetivamente que es posible convertirse en un experto en baile flamenco, ni en la investigación ni en el baile en sí. Mi abordaje no buscaba una profundidad hacia las raíces del fenómeno porque se movió rizomáticamente en horizontal (Deleuze y Guattari). En vez de un estudio en profundidad, realicé un acercamiento en intensidad. La especialización tan valorada en los estudios de flamencología no era uno de mis objetivos. Mis aportes a la epistemología flamenca tienen que ver más con las riquezas de la investigación performativa y la reflexión rizomática que con el conocimiento y dominio de toda su genealogía. El acercamiento performativo posibilitó las experiencias apreciativas y dancísticas necesarias para abordar y entender un fenómeno social y cultural de la envergadura del baile flamenco en la intensidad de su desenvolvimiento contemporáneo.

Lejos de pretender una asepsia científica, la reflexividad y la performatividad ponen sobre la mesa un nivel más amplio, profundo y transparente del acercamiento. Demandan hacer explícitas, no solamente las dimensiones ontológicas, epistemológicas y metodológicas, sino también las éticas y las políticas. Solicitan explicitar las maneras y los momentos en los que se investiga (para qué, por qué, para quién, desde dónde); los aciertos, las carencias, el cómo nos relacionamos con el otro, el cómo escribimos al respecto y el cómo entretejemos un nosotros. Estas son mis preocupaciones detrás de la curiosidad por el baile flamenco.

Fuentes consultadas

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Notas

1 Acrónimo de mexicana y gitana.