Doi: https://doi.org/10.25009/it.v11i18.2657

Reseña de puesta en escena

Mujer raíz de Lucila Castillo

Sandy Karyme Deseano Aparicio*

* Maestría en Artes Escénicas, Universidad Veracruzana, México. psicodramasandy@gmail.com

Recibido: 02 de mayo de 2020

Aceptado: 03 de octubre de 2020

“Nací en una población del estado de Veracruz, un lugar donde se teje poco a poco la revolución que busca la paz”. Esta frase es de la obra teatral Mujer raíz1 escrita y dirigida por la joven creadora Lucila Castillo (n. 1989) y llevada a escena por el grupo Nosotros, Ustedes y Ellos como parte del Programa Nacional de Teatro Escolar Veracruz (pnte) 2019-2020.2

Nosotros, Ustedes y Ellos, fundado en la ciudad de Xalapa, Veracruz, por Lucila Castillo, José Goro, Ana María Aguilar y Estefanía Ahumada, debutó en 2011 con la obra Leche de gato –ganadora del xxi Festival Nacional e Internacional de Teatro Universitario unam (2014)– y en 2018 fue nominado con Isla Elefante por la Agrupación de Críticos y Periodistas de Teatro en Ciudad de México, como “mejor teatro” para jóvenes audiencias. Su trabajo ha destacado por su calidad, propuesta estética, farsa y estilo de actuación no realista ligada a la exploración de técnicas corporales inspiradas en el teatro gestual de Jacques Lecoq. Su dramaturgia se caracteriza por crear personajes definidos y peculiares que habitan un mundo fantástico, mientras que sus puestas en escena abordan temáticas como la muerte, la esperanza, la amistad, el trabajo en equipo y la identidad.

En los últimos años, Lucila Castillo se ha convertido en una voz representativa de la dramaturgia femenina nacional, al igual que sus contemporáneas Estefanía Ahumada, Ana Lucía Ramírez e Isabel Quiroz, quien es originaria de Oaxaca, pero radicada en Veracruz desde hace más de 10 años. Ellas han ganado diversos premios a nivel nacional y además complementan la dramaturgia con la actuación o dirección escénica. Para la directora-autora, hacer teatro es una forma de generar una “revolución femenina de la dramaturgia en México, no por vivir un tiempo de competencia con los hombres, sino por tener mucho qué decir y contar con los canales para ser escuchadas” (Castillo, entrevista).3 Para las autoras, que además son directoras, el campo todavía es bastante limitado.

El contexto en que fue creada, Mujer raíz es una obra dedicada a jóvenes audiencias con un mensaje pertinente y revolucionario: Veracruz ocupa el primer lugar en registro de casos de feminicidios a nivel nacional (2019), motivo por el cual se aplica la Alerta por Violencia de Género contra las Mujeres (avgm).4 De acuerdo con los datos registrados en 2020 por el Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres, se sabe que los casos más frecuentes son generados en la comunidad5 y en el núcleo familiar, es decir, la violencia doméstica. Los tipos de abuso más comunes son el físico y psicológico, cuyas víctimas son –en su mayoría– mujeres que se encuentran entre los 18 y 59 años de edad, siendo la región sur del estado la más afectada.

La historia de Mujer raíz se desarrolla entre dos mundos: uno real y otro onírico; en el primero, encontramos al personaje de Olga –la protagonista–, a su mamá Estela, su abuela Ju, su padre Mateo Arcadio, una enfermera y a Teo, el chico que le gusta. En el onírico, habitan el abuelo Benito, así como dos seres mágicos: Arañita y Mujer raíz. En la puesta en escena, antes de que se abra el telón, se oye una canción sobre Veracruz, autoría de Manuel Monforte. Tras la tercera llamada, aparece iluminada con luz cenital Olga –interpretada por Mariel Triana–, quien nos narra su origen y el de las mujeres de su familia, nacidas en Yecuatla, Veracruz. Posteriormente, aparecen en escena los actores Aremí Hernández, Adelina Bello, Violeta Magaña, Edgar Ponce y Rodrigo G. Hidalgo quienes, por medio de un listón elástico, construyen un autobús. En ese momento, la iluminación ambienta todo el escenario y la música transita hacia un ritmo más rápido, acompañando el viaje que cotidianamente realiza la protagonista para llegar a su telesecundaria.

El conflicto de la obra inicia cuando Teo decide hablarle a Olga, generándole “un torbellino de emociones”. A partir de ese instante, ocurren varias acciones que desencadenan en un accidente de autobús que los actores logran dibujar con sus cuerpos. Después, aparece un personaje fársico interpretado por Violeta Magaña que representa a una administradora de la empresa camionera para responderle a los afectados del incidente. Más adelante hay un cambio de escena donde los demás actores entran como tramoyas y ante la vista de los espectadores le colocan un mandil y una cofia de enfermera; también colocan una silla, la cual tiene un botiquín integrado en la parte superior que ayuda a situar a los espectadores en un hospital.

Posteriormente, los actores entran a escena con tres mamparas que incluyen elementos esenciales como fotografías de la familia, sartenes colgados, un pozo, ventanas y puertas. Así, nos sitúan en la casa de Olga, que ha sido diseñada de forma minimalista. En el fondo se observa un árbol de duraznos muy alto donde habita Mujer raíz, el cual aparece y desaparece gracias a una luz especial que lo iluminaba. Movida por la curiosidad, Olga encuentra a Arañita y Mujer raíz, quienes la conducen a un viaje onírico retrospectivo, en el cual descubre que el destino de su abuela, su madre y tal vez el de ella ya han sido escritos: casarse, tener hijos, no cuestionarle nada al marido y cumplir con las labores del hogar. Al no aceptarlo, decide rebelarse y buscar los hilos “podridos” –creados por las palabras de desprecio que los hombres les han dicho a las mujeres de su pueblo y que han trazado un destino de aceptación y humillación– para quitarlos y comenzar a tejer su propio destino.

A partir de esta decisión, la obra cambia de ritmo y espacio y la realidad se entremezcla con el mundo onírico: podemos ver un entramado de acciones muy precisas que realizan los actores con un listón elástico y que culmina con una figura de telaraña que envuelve a todos. Olga escapa y un oscuro cubre el escenario. Al regresar la luz, el público observa una telaraña más grande que cuelga como telón de fondo en donde aparecen los “hilos podridos”. Es en ese espacio donde los personajes masculinos tienen su momento de quiebre y reflexión, empezando por Teo, quien reconoce que no es normal ver llorar a su madre por las agresiones que recibe de su esposo, cuestiona las estructuras sociales en las que se ha construido su género, así como las relaciones de codependencia en que las mujeres han sido consideradas seres inferiores que necesitan “un hombre que las proteja”.

También hay un momento en que Estela se rebela contra los maltratos de su esposo, diciéndole: “–¡Deja de gritarme, Mateo! ¡Ya deja de humillarme! Si vas a seguir formando una familia conmigo, tienes que respetarme. Debemos escucharnos, Mateo, y tratar de comprendernos”. Estas acciones deconstruyen la idea impuesta de “ser mujer”, como lo ha señalado la teórica feminista Judith Butler: “[p]ero ser mujer es haberse vuelto una mujer, o sea obligar al cuerpo a conformarse con una idea histórica de ‘mujer’, a inducir al cuerpo a volverse un signo cultural […] hacerlo como un proyecto corporal sostenido y repetido” (300). Al tomar conciencia del cambio de su esposa, Mateo Arcadio acepta que le es difícil hablar de sus sentimientos y admite que desconoce otras formas de tratar a las mujeres, pero que está dispuesto a aprender. Es así que entre todos quitan los hilos podridos para trazar nuevos destinos. De esta manera, la obra finaliza con un monólogo de Olga:

Nací en una población del Estado de Veracruz, llamado Yecuatla, [a] unos kilómetros al norte de Xalapa, un lugar donde mi mamá fue joven alguna vez, el lugar en donde se enamoró hace algunos años, el lugar donde llora al recordar el pasado, el lugar donde se ilusionó, soñó y cantó, pero ella debe de saber que siempre ha sido hermosa y que de ahora en adelante el tiempo transcurre a nuestro favor, porque ahora vibra en las raíces de la tierra, porque el agua fluye nuevamente por el río, porque la sierra brilla y los aires enteros del mundo se condensan en este instante, en tu sonrisa mamá.

Estas palabras cobran mayor profundidad cuando nos enteramos de que Yecuatla es el lugar natal de la madre de Castillo. Mujer raíz habla de las mujeres que viven en la periferia, de las que no han superado el colonialismo ni las estructuras patriarcales, de “la lucha de las mujeres indígenas, por el reconocimiento de los derechos colectivos de sus pueblos y de sus propios derechos de género” (Suárez y Hernández 16). También abre un diálogo con los hombres y cómo han vivido la violencia de género ejercida en sus madres o mujeres de su pueblo y problematiza la idea del machismo llevando a los personajes masculinos a reflexionar sobre qué es ser hombre. La obra propone, así, subvertir la idea de que para ser hombre debes comportarte como macho y demostrar poder, virilidad, esconder los sentimientos y todo aquello que ha sido considerado “vulnerable” y atribuido a las mujeres.

Anteriormente, la directora-autora escribía acerca de situaciones cercanas e inquietudes personales convirtiendo en acto poético la frase feminista “lo personal es político”.6 En Mujer raíz se observa además un discurso con compromiso social. De alguna manera, su maternidad ha sido germen creativo para cuestionarse las problemáticas del entorno en que vivimos, del papel de la mujer en la sociedad y del valor de la dramaturgia hecha por mujeres.

La estructura de la obra plantea, en una misma convención, el inicio y el final, es decir, comienza con la narración de Olga y termina de una forma similar, fórmula parecida a la estructura de Isla Elefante. Las acciones permiten la progresión de los personajes y su transformación; el proceso de construcción de estos surge de la exploración del cuerpo y de animales, orillando a los actores a salir de su cuerpo cotidiano y transformarlo. Los actores logran una cohesión entre la historia, las corporalidades y las voces.

La dirección consigue la subordinación de todos los elementos de la puesta en escena; es decir, “[t]odos los elementos escénicos –incluidos el actor– se encuadran artísticamente y se ejecutan bajo una sola idea, una historia que, en última instancia, propone el director” (Galiano 54). En el caso de Mujer raíz se logra una compenetración desde la dramaturgia. Lo mismo se nota en la limpieza de las acciones y la escenografía realizada por Sergio Cupido, quien ha entendido los mundos fantásticos que la autora-directora propone y ha trabajado en el concepto visual del grupo desde 2013. Para esta puesta en escena, realizó una escenografía minimalista compuesta por unas mamparas, una silla, un árbol y una telaraña, a partir de figuras abstractas que los espectadores terminan de construir con su imaginación. Del mismo modo, las mamparas que se utilizan fueron pensadas para desplazarse por todo el escenario. Otros elementos distintivos en la poética del grupo, y presentes en esta obra para potenciar las acciones físicas, son la incorporación de canciones y coreografías, la transfiguración del objeto empleando listones elásticos con los cuales se dibuja un autobús, el desplome de éste, una telaraña como metáfora de los hilos podridos que se debían quitar para tejer nuevos caminos hacia el destino de las mujeres. La puesta en escena integra la limpieza del marcaje, logra actuaciones que transforman el cuerpo y las voces de los actores, además de que alcanza una coherencia entre el ritmo y la partitura de acciones con la música.

Una de las aportaciones relevantes de esta obra es la manera en que aborda con un lenguaje accesible para jóvenes espectadores las temáticas del feminismo y las nuevas masculinidades. Al situarse en el pueblo de Yecuatla, Mujer raíz visibiliza la violencia de género que enfrentan mujeres y hombres en el entorno rural. Se trata de una obra que busca provocar la reflexión en los espectadores. Al menos, tocó las fibras sensibles de una mujer del público a quien vi acerándose a la directora al final de la función. Entre lágrimas, le agradeció haber representado la historia de las mujeres de su pueblo, ubicado a unos kilómetros de Yecuatla.

Ficha técnica

Compañía: Nosotros, Ustedes y Ellos.

Fecha y lugar de estreno: 4 de febrero de 2020, en la Sala Emilio Carballido del Teatro del Estado.

Dramaturgia: Lucila Castillo.

Dirección: Lucila Castillo.

Asesoría en dirección escénica: Sandra Félix.

Asistente de dirección: José Goro.

Productora ejecutiva y promotora: Rosa Eglantina González.

Escenografía: Sergio Cupido.

Diseño de iluminación: Niza Rendón.

Musicalización: Manuel Monforte.

Reparto: Mariel Triana (Olga), Aremí Hernández (mamá Estela), Adelina Bello (abuela Ju y Araña), Violeta Magaña (enfermera y Mujer raíz), Edgar Ponce (Teo y abuelo Benito) y Rodrigo G. Hidalgo (Mateo Arcadio).

Fecha y lugar de la última temporada: marzo de 2020, en la Sala Emilio Carballido del Teatro del Estado.

Fuentes consultadas

Butler, Judith. “Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista”. Debate feminista, vol. 18, núm. 11, 1998, pp. 296-314.

Galiano, Mateo. “Principios de la composición escénica: Los Meininger”. Danzaratte, Revista del Conservatorio Superior de Danza de Málaga, núm. 4, 2008, pp. 50-57, https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2881009, consultada el 15 de julio de 2020.

Herrera, Claudia del Carmen. Figuraciones del cuerpo femenino en el siglo XXI. Propuesta de un cuerpo descarnalizado en la comunicación visual de productos light. Tesis de maestría en Diseño, Pontificia Universidad Católica, 2009.

Instituto Veracruzano de las Mujeres. “Sistematización de las investigaciones de las causas, características y consecuencias de la violencia contra las mujeres, para la alimentación del Banco Estatal de Datos con la información de la investigación sistematizada”, Instituto Nacional de las Mujeres; Instituto Veracruzano de las Mujeres, 2008, cedoc.inmujeres.gob.mx/lgamvlv/Veracruz/sistema_veracruz.pdf, consultado el 20 de agosto de 2020.

Redacción Digital El Heraldo de México. “Mapa de Feminicidios: ¿cuáles son los estados de México con más casos de violencia contra las mujeres?”. Heraldo de México, 15 de febrero de 2020,heraldodemexico.com.mx/pais/feminicidios-en-mexico-mapa-estados-municipios-violencia-contra-mujeres-delito-veracruz-edomex-cdmx-nuevo-leon-puebla-febrero-2020/, consultado el 20 de agosto de 2020.

Castillo, Lucila. “Lucila Castillo y su revolución femenina en la dramaturgia de México”. Diario de Xalapa, 15 de agosto de 2019,www.diariodexalapa.com. mx/cultura/revolucion-femenina-en-la-dramaturgia-de-mexico-4040562.html, consultado el 5 de julio de 2020.

Suárez, Liliana y Rosalba Hernández, editoras. Descolonizando el feminismo: Teorías y prácticas desde los márgenes. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2008.

Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana, 2020,www.uv.mx/apps/cuo/ouvmujeres/tipos_modalidades.html, consultado el 20 de agosto de 2020.

 

Notas

1 Función presenciada el 18 de febrero de 2020 en la Sala Emilio Carballido del Teatro del Estado, Xalapa, Veracruz.

2 Iniciativa impulsada por la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (inbal) a través de la Coordinación Nacional de Teatro (cnt) y el Instituto Veracruzano de la Cultura (ivec).

3 Entrevista realizada por Maribel Sánchez Huesca para Diario de Xalapa titulada “Lucila Castillo y su revolución femenina en la dramaturgia de México”.

4 En 2019, Veracruz registró 157 presuntos delitos de feminicidio. Información recuperada de “Mapa de Feminicidios: ¿Cuáles son los Estados de México con más casos de violencia contra las mujeres?”.

5 La violencia en la comunidad es entendida como los “[a]ctos individuales o colectivos que transgreden derechos fundamentales de las mujeres y propician su degradación, discriminación, marginación o exclusión en el ámbito público” (Instituto Veracruzano 41-42).

6 Butler retoma el lema feminista “lo personal es político” para decir que la experiencia subjetiva también repercute en las configuraciones políticas (301).