Doi: https://doi.org/10.25009/it.v11i18.2650

Presentación

Presentación

Carlos Gutiérrez Bracho*

Antonio Prieto Stambaugh*

* Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes, Universidad Veracruzana, México. cargutierrez@uv.mx, anprieto@uv.mx

La contingencia sanitaria del año 2020 puso en pausa a la humanidad entera, cambió nuestra manera de entender y estar en el mundo. Desde que irrumpió la pandemia del COVID-19 hace siete meses, han surgido infinidad de reflexiones sobre el cambio de paradigmas al que conduce esta crisis, así como la emergencia de nuevas formas de interacción social, donde la tecnología ha tenido un protagonismo inédito en la historia. Sin duda, el campo de las artes escénicas se ha visto drásticamente afectado, de tal forma que en redes sociales y foros virtuales circularon cuestionamientos en torno a si es posible llamar “teatro” a lo que se produce desde la virtualidad, y si esta expresión artística subsistirá a pesar de la pandemia. A fin de reunir propuestas constructivas, decidimos invitar a un grupo de especialistas internacionales en teatro, danza y performance, para que nos compartieran por escrito sus formas de abordar la problemática en el Foro “Artes escénicas en contingencia”. Con esta sección extraordinaria –que plantea novedosas perspectivas conceptuales y también ejemplos concretos de cómo seguir creando en el contexto pandémico– abrimos el presente número de Investigación Teatral.

Le sigue a este Foro el dossier “Archivo y memoria en las artes escénicas”, con algunos trabajos desarrollados a partir del VIII Coloquio de Investigación en Artes, realizado por el Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes (CECDA) de la Universidad Veracruzana en octubre de 2019. En el dossier se encuentran textos que abordan la construcción de la memoria y la historia en diferentes expresiones en la escena. Así, Claudia Cabrera reflexiona sobre el “archivo vivo” en prácticas performativas, principalmente del trabajo del artista brasileño Paulo Nazareth. Desde Argentina, Mauro Alegret se pregunta si es posible representar el horror del terrorismo de Estado, en una reflexión sobre el cruce entre teatro y militancia política. Por su parte, Patricia Ruiz Rivera contribuye a la visibilización de las mujeres escenógrafas con un recorrido histórico sobre sus aportaciones al teatro mexicano del siglo XX. Finalmente, a partir de una novedosa investigación en archivos de Italia, Laura Elizabeth Espíndola demuestra que fue el libretista Girolamo Giusti quien escribió la ópera Motezuma, con música de Antonio Vivaldi, y problematiza su representación eurocéntrica de la Conquista de México. Este artículo contribuye a las diversas reflexiones que se están haciendo sobre los 500 años de la caída de Tenochtitlán en 1521.

Después del dossier, en la sección general, participan las investigadoras Lola Proaño, quien subraya los vínculos entre el poder y la escena teatral latinoamericana, así como el papel de la afectividad en dicha relación, y Pamela Torres Martínez, quien analiza Sol blanco, un texto del dramaturgo mexicano Antonio Zúñiga, obra de teatro que aborda las violentas dinámicas de poder y género que se dan en la “contracultura” del narcotráfico. Además, desde el psicoanálisis Iván Zúñiga propone un modelo de comunicación entre espectador y actor que evidencia la complejidad psíquica de su relación.

Invitamos a leer también la sección de reseñas de puestas en escena, donde María Natacha Koss analiza dos experiencias escénicas argentinas que, en tiempo de pandemia, exploran dimensiones de teatralidad sonora. Por su parte, Sandy Deseano reseña la obra Mujer raíz, de la joven dramaturga veracruzana Lucila Castillo. Cerramos este número con la reseña de tres libros: La nostalgia de los sentidos, un novedoso “manual de dramaturgia testimonial” de Conchi León, a cargo de Enrique Mijares; la nueva edición de Teoría y técnica teatral, de Fernando Wagner, a cargo de Mónica Patricia Falfán, y Cuadernos de Dramaturgias Contemporáneas, publicación periódica salvadoreña reseñada por Emanuela Jossa.

Esperamos que estos escritos no sólo ayuden a reflexionar sobre el devenir de las artes escénicas en tiempos de crisis, sino que contribuyan a reconocer que, a pesar de las circunstancias adversas, la comunidad de artistas, investigadores y públicos está más presente, activa y comunicada que nunca.